martes, 19 de octubre de 2010

Perdición

Duele el viento sur

que enfría las flores

y las arrastra deshechas por el campo.

Duele la curva septentrional del universo,

el sol, la vía láctea,

los árboles que resisten heroicos

los arrebatos del aire.

Duele este día sin rumbo,

este tiempo entristecido,

sin lugar,

donde poner los pasos.

Algarrobo


Ahora,

cuando la tarde cierra sus ojos.

Ahora

cuando la oscuridad

invade desde todas partes.

Ahora

cuando la luna llena

trepa el algarrobo nocturno,

como detrás de un fantasma.

Ahora,

en este instante,

el universo renace,

y sostengo estas estrellas

contra mi pecho

para atrapar el tiempo.


Taller literario

El sur trajo la lluvia

cuando la tarde comenzaba

a humedecer los almendros.

Palabras como gotas,

reposaron entonces

en los labios,

y mojadas todavía

nacieron en las manos,

frágiles

como pájaros de papel.

Pregunta

Porque ahora todo llueve

y se mojan los cerros.

Porque el río tiembla entre las piedras

y el monte parece despertar en verde claro,

pregunto al viento por qué

en estos días,

tus ojos se nublan

con el gris de la tarde.

Atardecer

Tus manos

dibujan lirios amarillos

en mi cuerpo.

Y cuando

los zorzales

regresan

desde el horizonte,

tu boca,

desenredándose

de mi boca,

vuelve más violeta

la tarde.


Digo

Para tu boca

de miel y de pájaros.

Para tus brazos

hondos, como mares.

Para tu piel de río

y tus ojos de hierba

y a veces,

de tormenta.

Para tus manos buenas

como panes,

mi corazón mineral

descubre su brillo

en tu torrente.

Maravilla

Me he sentado como todos los días,

o casi todos

en una oficina sin ventanas;

me siento y casi no estoy.

Tal vez, digo, mejor hubiera sido no venir.

He perdido la alegría en un pasillo,

tengo el amor amontonado y húmedo

como un trapo, aquí

donde se generan los latidos sin aliento,

y parece que todo fuera nada.

Leo los diarios,

escarbo los mundos circundantes,

y entonces, cuando estoy distraída,

alguien llega

y me devuelve la alegría,

a mí,

que todavía no sé quién soy.

Verano


En la plaza,

el calor abraza las ramas de los naranjos.

En un banco,

un hombre mira sus manos

y se pierde en un mapa de líneas

que no puede descifrar.

Tal vez

el secreto se esconde

en el perfume de los azahares.


jueves, 16 de septiembre de 2010

La casa

La casa es ahora
un fantasma vencido,
y dos árboles
que nos vieron crecer en su sombra.
Su blancura oxidada gotea
humedades grises,
y los pasillos y escaleras manchados
parecen enfermos.
Hay cajones de pasado en el ropero,
puertas que ya no cierran como antes,
baldosas flojas
y un jazmín que guarda el recuerdo.
La casa queda vacía.
Los árboles en cambio,
cuidan los gorriones que ya
no nos pertenecen.

martes, 14 de septiembre de 2010

Brújula




Parece un desierto la tarde.
Miro a la distancia,
y entonces,
soy la distancia
hacia los cuatro puntos cardinales.

Al oeste
la boca oscura del horizonte
que devora el sol ardiente,
al este, el latido de los pájaros
que musicalizan como sopranos el ocaso,
al norte, una brisa con aromas de duraznos.

Al fin, el sur
una rosa abierta que cae en pétalos
para volver a ser de la tierra
o de tus manos.


sábado, 11 de septiembre de 2010

Glicinas



Asoman
desde el desnudo tallo,
en la fiebre de octubre.

En días breves, tus pétalos,
como ángeles vestidos de violeta
pintan la ventana
de frescura etérea
y luminosa.


Gabriela Bayarri

viernes, 10 de septiembre de 2010

Ocres

Es la hora de la tarde
en que los árboles
guardan el canto
de los pájaros.
Alguien pasa
mirando el silencio
a sus pies.
Crujen los nogales,
y en cada hoja
crece el otoño.
Gabriela Bayarri

Giros

Las naranjas giran

desparraman

su color

sobre la mesa,

su frescura

entre las manos.

Giran,

dan vueltas porque sí

como el retorno circular del viento

sobre nuestra sombra.

Gabriela Bayarri

jueves, 9 de septiembre de 2010

Maravilla

Me he sentado como todos los días,
o casi todos
en una oficina sin ventanas;
me siento y casi no estoy.
Tal vez, digo, mejor hubiera sido no venir.
He perdido la alegría en un pasillo,
tengo el amor amontonado y húmedo
como un trapo, aquí
donde se generan los latidos sin aliento,
y parece que todo fuera nada.
Leo los diarios,
escarbo los mundos circundantes,
y entonces, cuando estoy distraída,
alguien llega
y me devuelve la alegría,
a mí, que todavía no sé quién soy.

Gabriela Bayarri

martes, 7 de septiembre de 2010

Septiembre



La mañana,
florece en el ciruelo
y desparrama hadas blancas
que vuelan libres
por el patio de la casa.
Tordos

Un cielo esmerilado
sitia esta hora.

El aire
sostiene el canto de los pájaros,
que buscan el sueño.

Una luz frágil
se triza con el canto de los tordos,
racimo de alas negras,
como la noche próxima.

Abril

La mañana deambula
entre la fila de álamos.
Se puebla el aire de hojas y semillas.
Abril es así:
un pueblo de vientos con vilanos
que se deshacen de un soplo
hacia lo eterno.
Gabriela Bayarri